miércoles, 15 de noviembre de 2023

Los hijos adolescentes y su necesidad de abrirse al mundo

Mi hijo ha crecido y no me di ni cuenta, fue como un cerrar y abrir de ojos, no hace mucho tenía a un pequeño revoloteando a mi alrededor con una gran energía, hoy tengo a un gran jovencito a ratos bastante remolón y en otros pasa metido completamente en su mundo.

Estoy como mamá en esa etapa que todo el mundo considera difícil y vamos a ser claros, la pandemia no nos hizo las cosas fáciles, donde vivo estuvimos más de un año encerrados por esa causa y además previamente yo había caído enferma 2 años, 2 años en los cuales mi hijo fue mi único soporte, porque literalmente no podía levantarme de la cama. En total a el pobre le tocó pasar más de 3 años encerrado y su personalidad cambió. Y no se si exactamente fue por mi enfermedad y todo lo que tuvimos que experimentar juntos o porque es la etapa de la vida, cuestión que mi hijo pasó de ser flash a ser lentium. Aún así yo debo decir que salvo algunas discusiones y el hecho que le cuesta bastante ayudar con el aseo en casa, el resto considero que va bien, lento pero bien. 

En general adoro su personalidad reflexiva, risueña, a ratos un poco molestoso y juguetón, pero sobre todo me encanta que es un chico noble y me lo ha demostrado con creces. Pasó de ser mi bebé a mi guardián, siempre está atento a mis actitudes, mis emociones y estados de ánimo, mi trabajo, mis relaciones familiares, mi estado de salud y me hace sentir protegida, aunque realmente no lo necesito, porque al ser la madre, soy yo quien debe proteger, pero él ha ido poco a poco tomando un rol alfa se podría decir el cual supongo es natural a los hijos hombres que crecen sin un padre presente. Y justamente a causa de esto es que han habido algunos conflictos, porque ahora ya habla ronco y es más alto que yo y en el hecho de buscar su identidad constantemente está desafiando mi autoridad, no en grandes cosas, pero es constante. Lo bueno es que siempre busco un espacio para sentarme a conversar con él y cuando aparecen nuestras diferencias nos vemos obligados a resolverlas, a veces me toca dejar en claro quien manda en el hogar y otras veces lo dejo hacer tratos conmigo y otras veces también lo dejo ganar. Pero no faltan los días en que todo lo que hago le irrita y es que me río, le irrita, canto, le irrita, hablo, le irrita, lo miro, le irrita, suspiro, le irrita... y vaya que hay que tener paciencia esos días. Pero últimamente nuestras discusiones han sido más reflexivas, más profundas y me hablan de un muchachito que quiere encontrar su propio camino y afirmar su personalidad, crear su propio mundo y a la vez abrirse al mundo y vaya que me ha dolido la tripa cuando me ha dicho que quiere empezar a salir de casa él solo... y es que con las tasas de delincuencia que han aumentado en esta ciudad, no es tan fácil decirle a tu hijo, si claro sal cuando quieras... entonces tras una largo rato de transar ideas, finalmente he encontrado una mínima solución y es que empiece a salir de casa con un objetivo y por lo pronto ha empezado a asistir a una escuela de Kung Fu cercana y pronto empezará a asistir a una de piano, el solo... pero reflexionado sobre ello, de verdad que es difícil soltar a los hijos, a veces quisiéramos que fueran bebés todo el tiempo, pero la vida avanza y tenemos que aprender a avanzar con ellos y heme aquí aún con el dolor de tripa, ayudándole a mi hijo a empezar a abrirse al mundo, pero de a poco y es que no me importa si este proceso de yo ir confiando en la experiencia que va adquiriendo al salir solo de casa demora, lo que quiero es que lo haga bien y que donde vaya encuentre buenas  personas en su entorno para relacionarse. 

Como mamá empiezo a ver cómo poco a poco voy pasando a un papel más relegado, mientras él empieza a construir su mundo, es un poco nostálgico, pero a la vez hermoso, es hermoso ver cómo va generando sus propios constructos mentales, cómo va tomando sus decisiones solo, cómo va construyendo su mundo. Y me emociono cuando me cuenta acerca de sus cosas, cuando lo veo reflexionar en si mismo, porque soy consiente que el aprendizaje más profundo es el que te autoimpones y mi hijo lo está empezando a hacer, está empezando a usar sus propias herramientas. Me siento orgullosa.

Para todas aquellas madres que están empezando su camino, que ven a sus pequeñas criaturas correteando alrededor suyo, les digo, aprendan a observarlos todo el tiempo, porque sus hijos así como los estirones de estatura, también crecen interiormente en sus personalidades y nosotras debemos adaptarnos y por sobre todas las cosas, siempre busquen un momento para hablar con ellos reflexivamente, no enojadas, no en tono de madre luchona, hablen con ellos en un tono amable y en un tono de amistad, solo eso permitirá que el día de mañana frente a las decisiones importantes o difíciles sus hijos se abran y en alguna medida se animen a contarles sus cosas, aunque no esperen que les cuenten todo, de hecho es muy sano que hayan cosas que sean muy propias de ellos y uno como madre también tiene que respetarles eso, porque es su espacio interior.