lunes, 18 de diciembre de 2023

REFLEXIÓN SOBRE EL AMOR LIBRE

 De mis varias relaciones de pareja, pero puntualmente de aquellas que me han marcado más, he aprendido algo muy importante, lo bonito y lo maravilloso de amar libremente y lo triste, feo y terrible que nos sucede cuando perdemos esta capacidad y nos volvemos esclavos, esclavos de nuestras emociones y de nuestras dependencias. 

La mayoría de relaciones parten desde la libertad, donde ambos individuos son independientes y con mundos propios, donde dejamos ver parte de ellos a la otra persona y la atracción se genera justo en ese momento, cuando lo que tu haces, dices o las formas en las que te conduces por la vida, llama la atención de otra persona que con ansias desea conocerte. Consecuentemente esa persona se muestra para ti también, no obstante lo que vemos al principio casi siempre es como quien dice la punta del iceberg y solo en el pasar del tiempo cuando empezamos a explorar a la otra persona vamos entendiendo cómo funciona la otra persona, cómo son sus reacciones reales y sus lógicas de pensamientos frente a las diferentes circunstancias de la vida, sucede que cuando vemos esa versión de las personas la mayoría de nosotros y me incluyo porque ya pasé por esto, nos vamos decepcionando o nos tratamos de adaptar al otro, el problema es que mal entendemos el adaptarnos y lo interpretamos como esclavizarnos al volvernos permisivos en pro de... en pro de que me quieran, en pro de mantener mi familia, en pro de que permanezca conmigo por mis hijos... y así, así poco a poco por nuestras propias actitudes vamos perdiendo nuestra libertad, porque cuando permitimos, otorgamos al otro control y poder sobre nosotros. Por otro lado tenemos la otra forma de pensar, yo espero que... yo espero que me entiendas, yo espero que tu aportes, yo espero que me ayudes, yo espero que seas un buen padre, espero que seas una buena madre, espero que traigas dinero a la casa, espero que ayudes con las labores en la casa, espero que me satisfagas en la cama... espero y espero y cuando las cosas no llegan te decepcionas, te frustras tan profundamente que llega un momento que ya no puedes más y por una cosa u otra la relación de pareja termina por romperse.

Después de repasar, ver y mirar una y otra vez mis antiguas relaciones me he dado cuenta que tuve hermosas y maravillosas etapas donde me sentí plena y amada, fue justamente en esas etapas donde logré mantener mi independencia económica, mental y emocionalmente y hasta sexualmente y eso era respetado por mi pareja y viceversa. Donde mi individualidad era respetada y admirada por mi pareja, pero de pronto sin darme cuenta me vi dependiendo emocional, spicológicamente, económicamente y hasta sexualmente del otro, en consecuencia quedé a expensas de lo que el otro decidía para nosotros como pareja y donde el otro lograba decidir hasta lo que era mejor para mi. Mientras que internamente de lo que yo esperaba de él, cada vez me fui frustrando más y más cuando lo que esperaba nunca llegaba. 

Hoy a mis 40 y algo vivo sola y he aprendido a amar mi soledad, lo cual no implica que no pueda relacionarme en pareja, es más considero que en esta etapa de mi vida es en donde me encuentro mejor preparada para tener una buena y saludable relación en pareja, porque ya he aprendido mucho. Porque ahora se que jamás debo ceder en mis cosas, en las cosas que amo, en las cosas que me hacen sentir plena y llena de vida para estar en pareja. Así también he aprendido a no esperar nada de nadie. He aprendido a ser feliz conmigo misma, con lo que hago, con lo que tengo sea mucho o poco, ya no necesito un abrazo de alguien para confortarme a mi misma, lo cual no implica que no esté dispuesta a recibirlos ni disfrutar de ellos cuando llegan y así también tengo la capacidad de entregarlos, pero no los necesito, así también es en todo orden de cosas. Por ejemplo, si necesito barrer, barro y si no tengo tiempo para hacerlo busco la manera que que alguien lo haga por mi, ya sea pagando o pidiendo colaboración. Pero no me amargo por ese tipo de cosas.

En este momento de mi vida ya se cómo establecer acuerdos, no negociaciones, sino acuerdos, donde mi valoración de la otra persona está al mismo nivel que la valoración de mi propia persona, donde se establecen roles y responsabilidades de cada cual para llevar la relación y jamás pones a la otra persona bajo tu control o dominio o te pones bajo su control. Donde además se respeta mucho la individualidad del otro, puedo comprender que mi mundo tiene espacios de tiempo para todo, para estar en compañía y para estar sola, para dedicarle a mi trabajo o para dedicarlo a la familia, así como para descansar y divertirme y de esto, solo yo soy responsable, porque yo misma tomo el control de todo. He aprendido también que tengo límites y es importante comunicarlos.

He dejado de lado la culpa, pero a cambio he aceptado la responsabilidad, entonces cuando las cosas no resultan, yo ya no culpo, solo reviso las responsabilidades y las exijo y si no se cumplen simplemente eso se transforma en algo que no sirve en mi vida y en consecuencia si no sirve lo dejo de lado para continuar con lo que viene. Lo mismo que cuando pido ayuda, la verdad es que ya no pido ayuda, porque cuando pides ayuda la persona puede o no cumplir con lo que le pides, porque justamente la ayuda es voluntaria y condicional a las necesidades de la otra persona, en cambio ahora pido colaboración que es que una tarea o actividad se cumpla bajo tu responsabilidad pero puede que le pidas a otra persona que la cumpla y te reemplace momentáneamente en tu responsabilidad, pero siempre entendiendo que es tu propia responsabilidad.

Finalmente ya no pongo mi felicidad en manos de otra persona, yo misma me hago cargo de mi felicidad que puede ser más o menos dependiendo de cómo me tome la vida, porque no siempre andamos con la cara sonriente, he aprendido a llorar cuando tengo que llorar y sonreír cuando tengo que hacerlo, poco o nada me contengo en mis emociones por el contrario las vivo y las vivo profundamente, porque no quiero ser un robot y tampoco me dejaré guiar por lo que la gente espera de mi. Sin embargo, así también he aprendido a no aferrarme a una sola emoción, he aprendido que estas deben fluir como la vida misma y como en todo, si soy digna del título de "ser humano", entonces tengo que también aprender a razonarlas, porque no por nada Descartes estableció toda una filosofía en la famosa frase "Pienso, luego existo".

Resumiendo, de lo que he podido reflexionar en mi vida hasta aquí considero que la mejor manera y más linda forma de amar es amar libremente, donde no te atas a la otra persona simplemente por estar en una relación, sino que decides compartir tu vida dejando la libertad a la otra persona para que te acepte o no y si acepta todo bien y fantástico! y si no te acepta, no pasa nada, también todo bien y fantástico!, porque lo que tengo tal vez le sirva a otra persona o lo aprecie otra persona o tal vez no, pero siempre me servirá a mi misma y siempre lo apreciaré yo misma, porque nació de mi. En esta forma de amar puede o no existir el matrimonio, pero si existe, existirá como un conjunto de acuerdos, no como una negociación, no será un te doy pero a cambio tu me das, sino será ... mira yo tengo esto para aportar a la relación, ¿Qué tienes tu y cómo lo acomodamos para que esto funcione?. Pero siempre será una cuestión absolutamente voluntaria de ambas partes.