domingo, 24 de junio de 2012

La verdad a veces duele, pero de todos los males es el menor...

En estos días, me tocó redactar una carta de una esposa a un esposo, que luego de 10 años de matrimonio, decidió marcharse de casa, el motivo... "una falta de respeto", porque la Sra., le había pedido a una persona que moviera la camioneta del matrimonio de la entrada, porque molestaba la pasada y sin querer, la persona le hizo un rayón al vehículo... después de escuchar entre sollozos, los detalles de la situación, y mientras me disponía a escribir lo que ella quería expresarle, me preguntaba, ¿no habría sido más fácil para este hombre decirle la verdad?, y es que seamos francos... nadie se va de casa por un rayón de un vehículo... o por una "falta de respeto", es claro que lo que pasó aquí, es que este hombre se aburrió de vivir la vida como la estaba llevando y en vez de comunicárselo a su esposa, decidió callar, callar y callar, hasta que un día simplemente al mirarse al espejo, se dio cuenta que ya no daba más de esa vida sin sentido  al lado de una persona que dejó de amar. 

Yo me pregunto, ¿cuan distinta hubiese sido la situación, si desde el primer momento en que ya las cosas no le gustaban, hubiese hablado? a estas alturas, es claro que no lo sabremos, pero de una cosa si estaríamos seguros, le habría dado al menos una oportunidad de reaccionar a esa persona que jamás se enteró que estaba haciendo mal las cosas como para retener su presencia y amor junto a ella. 

Después de haber pasado por más una experiencia de decepción y desamor en mi vida, comprendo perfectamente a esa mujer, que lloraba desconsolada, porque no lograba entender por que razón él simplemente la dejó. Se perfectamente que después del llanto vendrá un sentimiento de culpa y autorechazo, en donde ya no le gustará nada de si misma, culpándose de todo ella mima... y seguido a eso, entrará en razón y dirá... ¿porque no me dijo antes que ya no me amaba?! y es que si hubiese sido sincero, aún  cuando la verdad duele y más aún cuando es por  desamor,  al menos no pierdes tiempo, permaneciendo al lado de una persona que ya hasta tu presencia le molesta y dice una y otra cosa, para bajarle el autoestima, como una forma de hacerle sentir tan miserable como se siente él, al no encontrarse a gusto,  pues él siente que permanecer al lado de quien ya no ama, es como la cárcel misma. 

Cuando analizo esto, considero que la verdad muchas veces puede ser dolorosa, especialmente si se trata de sentimientos tan intensos como el amor, sin embargo, cuando los participantes de una relación se expresan con sinceridad ante todo, por más dura que sea la verdad, siempre es más aceptable y más fácil de subsanar en el tiempo. Considero que no nos debemos engañar, pensado que una mentira, suavizará las cosas y hará todo más llevadero, porque no es así... mientras más tiempo se pasa tratando de sostener una mentira, más profunda se hace la herida al momento de correr el velo  que no permitía ver con claridad las cosas. A veces es tan severo el daño en una persona, que se vuelve  irreversible y esta jamás vuelve a ser la misma, y aunque quiera, no volverá a confiar en nadie más. 

Mi conclusión ante todo esto es la siguiente... LA VERDAD A VECES DUELE, PERO SIN DUDA ES EL MENOR DE TODOS LOS MALES y es más fácil de sanar y seguir adelante cuando se tienen las cosas claras.

miércoles, 6 de junio de 2012

Nada es tan grave

Tras el quiebre de una relación de pareja, normalmente los que sufren más son los hijos, pues el tira y afloja de los padres, los lleva a un estado de inseguridad absoluta, en donde se pierden las confianzas y donde es muy normal oír a una de las  partes decir, es culpa de tal o cual. 

Pero revisemos nuevamente la situación y pongamos en un orden prioritario las cosas, cuando dos personas se unen, ya sea para convivir o para estar en una situación conyugal, ¿quienes son los más importantes en esa relación?, normalmente la respuesta debería ser, "ellos mismos", no el trabajo, ni los amigos de la pareja, ni los parientes, etc, nada importa más a esa relación que ellos mismos, por lo cual se deben amor, respeto,  dedicación, entendimiento, complicidad y paciencia. Cuando alguna de estas cosas falla, comienzan a existir problemas, y es posible que se llegue a un punto de quiebre. 

Ahora, cuando aparecen los hijos dentro de una relación, vuelvo a preguntar...¿Quienes son los que más importan?... la respuesta es clara, los HIJOS... porque ellos no han pedido venir al mundo, sin embargo los hemos traído igual (sea de la forma que sea),  entonces deberíamos preguntarnos antes de traerlos a este mundo, que es lo que quieres para ese hijo(a), en mi caso, yo espero poder entregarle lo mejor de mi a ese hijo, lo que implica entre otras cosas aprender a controlar mis estados de ánimo, mi carácter y hacer un esfuerzo redoblado para que lo que a mi me afecte, no le afecte a él como efecto rebote, además claro está de mantener las condiciones físicas y medioambientales como para que ellos se desarrollen en su plenitud. 

¿Que pasa entonces, cuando las cosas fallan en una pareja y se llega a un punto que quiebre?, ¿cómo debemos abordar esta situación para no perjudicar a nuestros hijos? o tal vez ¿perjudicar menos a nuestros hijos?... pues bien, antes de dejarnos llevar por nuestros impulsos naturales de liberar nuestras emisiones a diestra y a siniestra, debemos esforzarnos mucho, por hacer primar nuestra razón por sobre todo y entender que nuestros hijos no son la parte culpable en el quiebre, y que como consecuencia no merecen sufrir por ello, por lo que no podemos depositar en ellos la tremenda responsabilidad de levantarnos el ánimo. Jamás deben convertirse en un instrumento de venganza y nunca debemos reflejar nuestros temores o rencores en ellos. 

Resumidamente debemos ser conscientes que al final cuando se llega a un punto de quiebre, nada es tan grave ni tan terrible como lo pintan. Pues, si la relación falló por el motivo que sea, siempre la mejor solución es el perdón, pero si se ha quedado tan herido que el perdón no tiene cabida, entonces piensen y entiendan una cosa... NO PUEDES OBLIGAR A OTRO A QUE TE AME, LO ÚNICO QUE TE QUEDA ES TRASFORMARTE EN ALGUIEN A QUIEN LOS DEMÁS QUIERAN AMAR y ojalá seas afortunado(a), como para que esa persona especial te ame. Cuando se entiende esto último, la perspectiva cambia y empiezas dar valor a lo que realmente importa, teniendo en cuenta, que el marido, puede dejar de ser marido, al amigo, puede dejar de ser amigo, al amante puede dejar de ser amante... pero el papá, nunca dejará de ser papá, y la mamá, jamás dejará de ser mamá, aún que de la boca para afuera se diga lo contrario.