Tras el quiebre de una relación de pareja, normalmente los que sufren más son los hijos, pues el tira y afloja de los padres, los lleva a un estado de inseguridad absoluta, en donde se pierden las confianzas y donde es muy normal oír a una de las partes decir, es culpa de tal o cual.
Pero revisemos nuevamente la situación y pongamos en un orden prioritario las cosas, cuando dos personas se unen, ya sea para convivir o para estar en una situación conyugal, ¿quienes son los más importantes en esa relación?, normalmente la respuesta debería ser, "ellos mismos", no el trabajo, ni los amigos de la pareja, ni los parientes, etc, nada importa más a esa relación que ellos mismos, por lo cual se deben amor, respeto, dedicación, entendimiento, complicidad y paciencia. Cuando alguna de estas cosas falla, comienzan a existir problemas, y es posible que se llegue a un punto de quiebre.
Ahora, cuando aparecen los hijos dentro de una relación, vuelvo a preguntar...¿Quienes son los que más importan?... la respuesta es clara, los HIJOS... porque ellos no han pedido venir al mundo, sin embargo los hemos traído igual (sea de la forma que sea), entonces deberíamos preguntarnos antes de traerlos a este mundo, que es lo que quieres para ese hijo(a), en mi caso, yo espero poder entregarle lo mejor de mi a ese hijo, lo que implica entre otras cosas aprender a controlar mis estados de ánimo, mi carácter y hacer un esfuerzo redoblado para que lo que a mi me afecte, no le afecte a él como efecto rebote, además claro está de mantener las condiciones físicas y medioambientales como para que ellos se desarrollen en su plenitud.
¿Que pasa entonces, cuando las cosas fallan en una pareja y se llega a un punto que quiebre?, ¿cómo debemos abordar esta situación para no perjudicar a nuestros hijos? o tal vez ¿perjudicar menos a nuestros hijos?... pues bien, antes de dejarnos llevar por nuestros impulsos naturales de liberar nuestras emisiones a diestra y a siniestra, debemos esforzarnos mucho, por hacer primar nuestra razón por sobre todo y entender que nuestros hijos no son la parte culpable en el quiebre, y que como consecuencia no merecen sufrir por ello, por lo que no podemos depositar en ellos la tremenda responsabilidad de levantarnos el ánimo. Jamás deben convertirse en un instrumento de venganza y nunca debemos reflejar nuestros temores o rencores en ellos.
Resumidamente debemos ser conscientes que al final cuando se llega a un punto de quiebre, nada es tan grave ni tan terrible como lo pintan. Pues, si la relación falló por el motivo que sea, siempre la mejor solución es el perdón, pero si se ha quedado tan herido que el perdón no tiene cabida, entonces piensen y entiendan una cosa... NO PUEDES OBLIGAR A OTRO A QUE TE AME, LO ÚNICO QUE TE QUEDA ES TRASFORMARTE EN ALGUIEN A QUIEN LOS DEMÁS QUIERAN AMAR y ojalá seas afortunado(a), como para que esa persona especial te ame. Cuando se entiende esto último, la perspectiva cambia y empiezas dar valor a lo que realmente importa, teniendo en cuenta, que el marido, puede dejar de ser marido, al amigo, puede dejar de ser amigo, al amante puede dejar de ser amante... pero el papá, nunca dejará de ser papá, y la mamá, jamás dejará de ser mamá, aún que de la boca para afuera se diga lo contrario.
Espero ser un buen papá algún día Amiga mía. Accionando de la forma indicada y dando lo mejor de mi y para ellos :) Muy bueno lo que expones amiga ... bien ahi!!!
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