Cuando nació mi hijo, jamás imaginé la personalidad que traía, ni lo que me
tocaría vivir junto a él, no sé por qué, pero de alguna manera esperaba que
fuera tranquilo, ordenado, paciente.... pero definitivamente no, ese no era en
caso de mi hijo, desde bebé se caracterizó por ser extremadamente demandante,
controlando con su llanto cada situación, siempre fue muy observador, e
inquieto, pero con el paso de los años esa inquietud se fue transformado en un
problema al punto de que el médico me lo catalogó como un niño demasiado
activo, por no decir hiperactivo.
Ok, lidiar con este tipo de niños no es fácil y para bien o para mal el
mundo actual está lleno de estos pequeños que revolucionan tu vida y muchas
veces colman tu paciencia logrando sacarte de tus casillas.
Como madre de este pequeño, he recibido toda clase de consejos, pero si hay
algo que he aprendido con el paso del tiempo es que nadie sabe realmente lo que
hay detrás de una puerta y para las personas en general, es bien fácil hablar o
dar un consejo, pues ellos no han pasado por lo que has tenido que vivir y
cuando eres madre primeriza, de alguna forma todo el mundo se siente tu padre o
tu madre y pretende guiarte en la modelación de ese pequeño ser que cargas en
tus brazos.
En lo que respecta a mi hijo, lo he intentado casi todo, especialmente los
primeros años de su vida, consejo que me daban intentaba aplicarlo,
lamentablemente muy pocos dieron resultados, porque muy pocos se aplicaban a mi
vida y a los retos que debía afrontar a diario.
Sin embargo en mi experiencia, aprendí lo siguiente... un niño necesita
disciplina, orden, horarios, atención... pero principalmente necesita amor,
Muchas de las cosas ya mencionadas no logré dárselas a mi hijo, por diferentes
motivos, pero sobre todo lo que si mi hijo siempre ha tenido es amor, mucho
amor.
Y aunque por mi trabajo y mis estudios en ocasiones no logré formarle hábitos
de horarios, no pude imponer disciplina y muchas ocasiones ni si quiera le pude
dar la atención que merecía... al llegar la noche, lo llené de amor.
Hoy por hoy consiente que me quedan tremendos desafíos por delante como
madre, porque cada cosa tiene su precio y lo que no logré hacer con él cuando
era más pequeño, tengo que corregirlo ahora, debo decir que tengo un hijo
precioso, independiente, que si bien no ha aprendido a ser ordenado y a estarse
quieto, ha aprendido muchas otras cosas, es extremadamente inteligente, aprendió
a ser fuerte a valerse por sí mismo desde pequeño, no es víctima del buling,
porque si no tiene amigos el mismo se basta para ser feliz en el jardín, se
viste completo desde los dos años de edad, maneja a la perfección aparatos eléctricos
y electrónicos desde ese entonces, habla y corrige a las personas desde ese
tiempo, todas las personas que conocí se sorprendían con él porque aunque era pequeñito
se expresaba muy bien, jamás tuvo problemas del lenguaje, es extremadamente
coordinado y no tiene problemas psicomotores... odia hacer caligrafía, pero con
sus recién cumplidos 5 años está comenzando a leer y le encantan los números y
las matemáticas y por iniciativa propia está aprendiendo inglés.
Curiosamente cuando lo llevé al jardín este año, la profesora me decía
que él estaba atrasado en todos sus contenidos y claro como no lo iba a estar,
si por mi trabajo, no podía dedicarle el tiempo necesario para ayudarle con sus
tareas y cosas (mientras que el resto de las mamas eran casi todas amas de casa
y les hacían todas las tareas a sus hijos, mientras que mi hijo se las arreglaba solo), además de eso la profesora me
decía que él era el niño más inquieto del salón y que no lograba controlarlo ni
hacer que trabajara como los demás niños en la sala, que mi hijo solo quería ir
a jugar. Cuando dejé de trabajar de forma tan intensa, lo retiré del colegio, proponiéndome enseñarle yo y en menos de un mes
ya está dando sus primeros pasos en la lectura. Entonces a veces me pregunto,
¿será realmente que mi hijo estaba retrasado o que simplemente la profesora que
le tocó no le enseñaba las cosas con paciencia?, porque me parece increíble que
ella se pasara más de un semestre tratando de hacer que se memorizara las
vocales y conmigo en dos semanas estaba leyendo... de ahí es que llego a la
conclusión que nadie reemplaza a la madre o al padre cariñoso en la enseñanza y
que cuando le enseñas con amor a tus hijos, todo aquello por lo cual te esforzaste
en hacer por cumplir y no lograste, lo logras solo con amor.
Tengo mil desafíos por delante, especialmente porque aún me cuesta una
enormidad mantenerlo quieto y concentrado en una sola cosa por más de 10
minutos, pero estoy dispuesta a continuar con mi trabajo de madre y a
pesar que me han dicho por ahí que debo darle pastillas para que se tranquilice,
prefiero armarme de paciencia y darle mucho amor, porque sé que tal vez nunca
cambie, pero tengo un tesoro entre mis manos y sé que en la constancia está el
éxito.
De los libros que he leído y que realmente recomiendo a toda madre primeriza, hay uno que se llama DISCIPLINA CON AMOR, de la autora Rosa
Barocio, en el libro ella habla de muchos casos y entrega muchos
consejos útiles que te llevarán a darte cuenta de donde pueden estar tus
errores como padre o madre al enfrentar las diferentes situaciones en las que
te pueden colocar tus hijos, entregándote una sabia guía para lograr mantener
el control y aunque tal vez no todo te sea aplicable, porque cada caso es
particular y único, sin dudas desde que empecé a aplicar
los conocimientos obtenidos tras leer su libro logré una mejoría notoria en el
comportamiento de mi hijo.
Mi conclusión de este tema hasta ahora... a mi hijo le he intentado enseñar
las cosas de la vida de muchas formas, pero sin duda la forma en que mejor aprende, más
rápido y las lecciones quedan para siempre guardadas en su cabecita, son aquellas lecciones
que le enseño con amor, paciencia y dedicación.
Por tanto, considero que la mejor base para la enseñanza es el AMOR, ya que
mantiene el espíritu contento y los sentidos abiertos al aprendizaje.
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